#ElPerúQueQueremos

https://latinta.com.ar/2017/09/la-prensa-como-vocera-de-la-cultura-de-la-violacion/

#TodasSomosGimena

Porque realmente todas podríamos serlo

Hace falta compromiso social para acabar con esta lacra, también, social. Dicho compromiso exige reeducarnos, aprender sobre equidad y respeto, y al mismo tiempo, embargar nuestros espacios de esta premisa.

Militante de Nueva Democracia Universitaria

Publicado: 2018-03-06

Llevo ya un buen rato llorando y monologando frente al espejo, pensando en todas las mujeres y niñas que ya no están. Pensando en Zuleymi, pensando en Solsiret, pensando en Gimena… 

Ella. Gimena. Ella es la que ha causado que, en estos últimos días, el corazón de muchas y muchos se acongoje, se llene de dolor. El nefasto y absolutamente repudiable delito del que fue víctima ha puesto sobre la mesa aquello que vemos pasivamente todos los días pero que no nos atrevemos a reconocer. A las mujeres nos están violando, nos están matando y la responsabilidad recae sobre esta sociedad dormida frente a una enfermedad escondida entre discursos y prácticas aceptados simplemente porque sí, sin previa reflexión: la cultura de la violación.

El Perú es un país machista, no estoy diciendo nada nuevo, pero, más allá de la simple reafirmación de este mal conocido, no hacemos nada. Es solo cuando se exponen violaciones y asesinatos que nos indignamos, nos ponemos la camiseta y nos volcamos a las calles a marchar y mientras que no existan casos con nombres propios se nos pasea el alma y esperamos hasta la siguiente fecha mediática para recordar que a diario nos violan de a ochenta, que mensualmente nos matan de a diez y que la lucha por el termino de estas agresiones es cosa de todos los días. No basta tampoco con demandar la intervención de las autoridades, que desde hace mucho demuestran garrafal incompetencia. Hace falta compromiso social para acabar con esta lacra, también, social. Dicho compromiso exige reeducarnos, aprender sobre equidad y respeto, y al mismo tiempo, embargar nuestros espacios de esta premisa. Además, debemos hacerla nuestra, incorporarla a nuestras cotidianidades, prescindir de prejuicios asignados gratuitamente, abandonar y rechazar toda manifestación sexista que normalice la violencia contra la mujer por su condición de tal. Solo así iremos destruyendo al verdadero monstruo responsable de tanta deshumanización que ha trasgredido toda ley existente y que no se irá incluso legalizando la tan mencionada pena de muerte, solución más transitoria que permanente y que ve el problema como unos muchos casos aislados y no como lo que realmente es: un problema sistemático y estructural.

A Gimena ya no la veremos más. Un hijo sano del patriarcado le sustrajo la vida y la sonrisa sin asco ni remordimientos. Pero su historia quedó. Nuestro es el trabajo de que no sea un nombre más, un caso más, un número más. Que no existan más Gimenas y que, desde luego, no existan más parias insensibles montados en bicicletas, agentes policiales que avalen violencia alguna, fiscales que perpetúen la impunidad, ciudadanos y ciudadanas que actúen obligados por la coyuntura y no por convicción. Si estamos tan hartas y hartos, ¿por qué marchar de vez en cuando? ¿Por qué no, además de marchar, reflexionamos, cuestionamos, cambiamos algo todos los días? Gimena necesita de nuestra empatía y que movidas y movidos por ella hagamos mucho más que publicaciones sensibilizadoras o, me atrevo a decir incluso, artículos como este. Mientras escribo las últimas palabras de este texto me calzo los zapatos para recorrer, empoderada y en colectivo, el camino hacia la justicia, verdad e igualdad necesarias para vivir y no sobrevivir. Las y los veo en la lucha.

Militante de Nueva Democracia Universitaria


Escrito por


Publicado en