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Kolectiva "la calle"

Nada que celebrar, mucho por luchar

Que la revolución sea feminista, o que no sea.

Militante de Nueva Democracia Universitaria

Publicado: 2018-03-08

Allá por 1910, exponía Clara Zetkin, política socialista alemana y feminista, la necesidad de la proclamación de un día particular. Un día para conmemorar aquellas luchas históricas y eternas por esos derechos que nos han sido negados sistemáticamente y por esas violencias que, en ese entonces, ya sufríamos. 

Hoy, las mujeres no hemos dejado de luchar. Evidentemente, muy a pesar del férreo, aunque obsoleto, esfuerzo de nuestros más grandes opositores por negarlo, aún nos hacen falta derechos. La vía para conseguirlos es esa que nuestras antecesoras utilizaron en su desigual e injusto entonces: la lucha a viva voz y a corazón empoderado en este desigual e injusto ahora.

Hoy, 8 de marzo del 2018, las mujeres feministas, urbanas y rurales, marchamos en un contexto que nos es desfavorable, que indulta y otorga derechos de gracia a dictadores responsables de la esterilización forzada de miles de mujeres, que nos niega métodos anticonceptivos y la posibilidad de decidir sobre nuestros cuerpos, que hace nada para eliminar las brechas salariales, para implementar un currículo escolar que garantice una educación de calidad, que no tolera mujeres lesbianas y que tolera crímenes de odio, que no reconoce la identidad de miles de mujeres trans ni su urgente necesidad de protocolos de salud acordes a su amplia diversidad, que impone barreras a la participación política, al ascenso a puestos gerenciales, que violenta a dirigentes indígenas y amazónicas y a sus cosmovisiones al incumplir las leyes que garantizan la consulta y protección previos a la capitalización de sus territorios, que se cubre los oídos frente a sus denuncias por discriminación y racismo, que se cubre los ojos frente a su extrema pobreza, que revictimiza a toda mujer que denuncie acoso callejero, abuso sexual o maltrato físico, que nos deja morir cuando ese acoso, abuso o maltrato se convierte en asesinato, que, incluso muertas, nos echa la culpa y nos olvida y se va, a recomenzar esta cadena de atrocidades con otra mujer. Y es en este contexto que vemos infaltable e incansable nuestra resistencia.

Queda mucho por luchar, por reivindicar y por visibilizar. Y lo haremos. Así, para que dentro de unos años, cuando nuestras compañeras de ese futuro entonces amanezcan un 8 de marzo, tengan mucho más por celebrar.

Que la revolución sea feminista, o que no sea.

Militante de Nueva Democracia Universitaria


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