#ElPerúQueQueremos

Deconstruyendo los téminos “macho”, “lorna” y “maricón” en las escuelas

Los orino a todos, me los como a todos; por algo me dicen Boa, puedo matar a una mujer de un polvo. (La ciudad y los perros - Mario V. Llosa)

Publicado: 2018-04-19

Dentro de las aulas peruanas, ¿cuántas veces hemos escuchado las palabras: “macho”, “varonil”, “marica”, “afeminado”, “hembrita” y muchas otras más? ¿Cuántas veces hemos oído las frases: “hoy me la cacho”, “me la tiro en ‘one’”, “¡conchatumadre!”, “me cojo a tu madre”,…? Estas son solo algunas de las tantas expresiones de los púberes y adolescentes para mostrar su “masculinidad”. 

Sin embargo, esas no son las preguntas más relevantes, sino ¿qué hacíamos y hacemos nosotros -como ciudadanos, estudiantes, amigos- frente a estas expresiones?, ¿qué actitudes y respuestas toman los docentes –además de la falta de capacitación sobre educación sexual-: castigos, reprensiones, o tan solo las ignoran o normalizan?, ¿qué ideas o concepciones tienen los mismos sobre el rol del hombre actual?, ¿qué hace el Estado –visibilizado por su ineficiencia- en no presentar reformas estructurales en educación que aboguen por un enfoque de género?, pero, sobre todo, ¿qué tipo de modelo siguen los adolescentes para la construcción de sus identidades de género?

El núcleo familiar y la escuela son las principales instituciones que permiten la construcción de la masculinidad. De esta forma, los adolescentes siguen y aprenden las ideologías, percepciones y concepciones que tiene la sociedad peruana para ser los “machos peruanos”; esos machos que deben ser caballerosos, pero a la vez deben de llevar los pantalones en una relación; esos machos que no les debe gustar decorar, pero sí les debe encantar el fútbol; esos machos que deben mantener a toda la familia, pero no pueden prepararse la cena. Es decir, van entendiendo poco a poco cómo se dan las posiciones de poder en torno a las relaciones de género; van entendiendo las diferencias que existen entre hombres y mujeres.

Específicamente, me centraré en el colegio, un microcosmos, en el que los adolescentes tienen revoluciones de emociones, hormonas y confusiones; el espacio donde los mismos crecen, dejan de ser infantes y no saben con claridad qué es y cómo debe ser un hombre; es el sistema que ofrece “calidad educativa”, en el que los mismos están en el periodo de masturbación y buscan experiencias eróticas. 

Desde mis tantas experiencias educativas – y sé que sucede lo mismo en la mayoría de peruanos, por no decir, de todos-, el modelo de hombre que pretende enseñar el colegio a los alumnos es el de ser “caballeroso” con la plana docente y alumnado. También pude identificar que la plana docente ya tiene preconcepciones sobre los alumnos. Por ejemplo, que no son buenos en Artes, que deben ser hábiles en Educación Física, que son los más fuertes, hiperactivos y agresivos del salón, que no deben llorar, que deben llevar siempre cabello corto y nada de accesorios “afeminados”, que se desean aprovechar de las mujeres, etc.; en cambio, las mujeres deben ser todo lo contrario. Entonces, se observa que este sistema educativo, considerado hogar para tantos alumnos, sigue las prácticas tradicionales de género en base a la diferencia de sexo. 

Por lo tanto, como respuesta a esta constante opresión social e imperativa cultural, estos alumnos demuestran su masculinidad negando la feminidad; es decir, desean dejar en claro que no son mujeres…Optan por reforzar su masculinidad: tienen un fuerte acercamiento a las expresiones fálicas, empiezan a dibujar penes por todas partes, usan las frases (“te cacho”, “me lo tiro”, etc.) acompañadas de gestos faciales y corporales, o, incluso, optan por mencionar a la madre, “símbolo supremo de lo femenino” (“me cojo a tu madre”, “¡conchatumadre!”, etc.)... Excluyen y desechan todo lo que se acerque a la feminidad: insertan los personajes del “lorna” y “maricón”, pues piensan que ellos no son “verdaderos hombres, no son masculinos” ya sea por características corporales, debilidad y otra característica que consideren “femenina”; para el primero, el “lorna”, lo caracterizan y agreden por ser débil, sensible, por llorar; para el segundo, el “maricón”, lo agreden por mostrar un acercamiento sexual a los de su mismo sexo, o por mostrar conductas “afeminadas”.

 Esas agresiones, además de ser verbales –frases que ya conocemos, innecesarias colocar-, son también físicas al punto de convertirse en bulliyng homofóbico…

Entonces, después de todas estas ideas, ¿qué clase de persona se están formando?, ¿en base a qué tipo de enfoque de género?, ¿se seguirán manteniendo las prácticas tradicionales de desigualdad de género en una institución que promueve un “desarrollo integral”?. Lo curioso también es cuestionarse si, en un futuro, estas concepciones, comportamientos, experiencias, etc. son “olvidados” o se tomarán como anécdotas o seguirán estando en la vida adulta y sociedad, convirtiéndose en un círculo vicioso.

Se buscan cambios, pero, no repentinos, sino graduales para poder deconstruir la masculinidad, para seguir buscando la igualdad de género, en base a un diálogo reflexivo y crítico que debe comenzar por nosotros hacia ese exterior, pensado en una alianza entre la comunidad peruana, Educación y Estado.

Nicole Ames

Premilitante de Nueva Democracia Universitaria

Docente y feminista en formación


Escrito por


Publicado en